sábado, 28 de junio de 2014

Ser tuya.

A veces me planteo cuál es la razón por la que me gusta todo esto, por qué siento ese deseo, toda esa intensidad de sentimientos... Incluso en un momento dado de mi vida, cuando aún no tenía información, cuando estaba perdidísima, llegué a rechazarme a mi misma, a pensar que cuál era mi problema, qué era lo que estaba mal conmigo. Rechazar algo que es el pilar fundamental de tu vida, en lo que se basa todo, no hace más que causarte tristeza... incluso llegué a pensar que el amor, que todos esos "cuentos de hadas", esas historias que vivían mis amigas, las personas allegadas a mí... realmente creí que nada de eso podría pasarme jamás. Pero me equivoqué, por suerte. Me equivoqué y mucho.
En realidad no sabría explicar cómo llegué a conocer este mundo, ni siquiera sé cuando me di cuenta de que era una sumisa, pero lo hice, lo comencé a ver... gracias a él, gracias incluso a mi misma. Supongo que sin mis esfuerzos, esos que continúo haciendo a día de hoy, nada hubiera tenido sentido. Es complicado a veces, tengo que ir superando mis propias metas pero la satisfacción que siento cuando supero alguna, cuando veo que él es feliz por mis avances, todo eso es algo inexplicable.
Si me preguntaseis si una sumisa es sumisa desde siempre, si es algo que lleva consigo desde antes incluso de saber que es sumisa, yo os diría que sí. Vaya, creo que sí. En realidad yo siempre he sentido ese deseo, desde que era adolescente, desde que me siento atraída por los chicos, desde que comencé a descubrir mi sexualidad... supongo que en cierto modo siempre me han atraído los hombres con personalidades más dominantes. Quizá ni yo misma lo sabía en aquel momento, ni siquiera lo sabían ellos, pero de un modo innato siempre he buscado esas cosas en un hombre.
Me gusta sentir que alguien lleva las riendas de mi vida, que me cuida, me reprime cuando hago algo mal, sí, que me castiga y que yo disfruto lo inimaginable con ello. Por muy raro que pueda sonar, por muy absurdo para muchas personas... una humillación, un castigo... surgen por algo, bien sea por un mal comportamiento mío, de esos tan estúpidos que tengo a veces... pero aunque llore con el castigo, aunque me sienta la peor mujer del mundo y no pueda evitar romperme, la sensación posterior es inexplicable. Ese amor, esa complicidad... es algo a lo que jamás podría renunciar.
Soy suya, sí. En todos los sentidos. Más suya que mía y eso... eso es lo que me hace feliz.

Probablemente yo me haya equivocado en muchas ocasiones, y estoy segura de que me equivocaré mil veces más, pero sé que él está a mi lado. Y también sé y puedo decirlo con toda la seguridad del mundo, que incluso antes de haberle conocido, yo ya soñaba con él, yo ya anhelaba tener en mi vida a alguien como él. Y aunque por un momento me rindiese... aquí estoy, a su lado, donde pretendo permanecer siempre.

No os rindáis nunca, las cosas a veces van despacio. A veces también debemos darnos más golpes de los que nos gustaría antes de encontrar a nuestra mitad, antes de sentirnos en casa... ¿pero sabéis una cosa? Llega el día, sí, llega ese día en el que te das cuenta de que todo tiene sentido, de que al fin merece la pena algo, de que tus esfuerzos se ven recompensados, de que juntos podéis con todo y con todos, y de que la vida a veces también es maravillosa. ¿Cómo no va a serlo si te ha puesto a ese hombre que tanto amas a tu lado? Y mejor aún, ese hombre también te ama a ti, con locura. 

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