lunes, 22 de septiembre de 2014

Desde la mazmorra del piso 4.

¿Creíais que había desaparecido? Pues no, no tendréis esa suerte, ¡aquí estoy! Y como veis, muy pero que muy cómoda en mi acogedora y especial, y maravillosa, estupenda, fantástica y también caótica, mazmorra del piso 4. En realidad no hemos habilitado ninguna habitación como una mazmorra, eso lo aclaro de antemano, (sí, desgraciadamente), pero... he decidido ponerle ese nombre al piso. Yo es que le pongo nombre a todo, no os extrañéis. De hecho también le pondría nombre al sofá, a la estantería que tengo en este instante enfrente, incluso a mi nuevo y preciosísimo ordenador cortesía de Cedrick Dagda, (aún no sé cómo agradecérselo), pero vaya... como ya estoy loca desde que nací, no vayamos a tentar a la suerte y que la locura aumente. ¿Por dónde iba? Cuando me entusiasmo demasiado empiezo a parlotear sin control. En fin, ¡la mazmorra del piso 4!

Aquí me tenéis, viviendo con el gruñón de Cedrick, porque sí, es un gruñón, pero mi gruñón. Y me acabo de dar cuenta de que ahora es cuando alguna persona indignada me acribillará a preguntas en Ask sintiéndose ofendida porque una sumisa llame gruñón a su Amo y no me considerará digna y todas esas bobadas que me sueltan siempre que soy yo misma y me expreso como me da la gana. Ala, tenía que decirlo. Pero vaya, no voy a perder el tiempo hablando de eso, me da demasiada pereza hacerlo... El caso es que mi gruñón es la mejor persona con la que una puede vivir. Evidentemente no puedo decir otra cosa, es la persona a la que quiero y amo, lo sé, pero es que desde que vivimos juntos me estoy dando cuenta del nivel al que estaba y está nuestra relación. ¿Se entiende? Es que... supongo que en estos tres años las cosas han sido tan sencillas porque aparte de ser dos personas que se complementan bien, no vivíamos juntos, en otra situación creo que quizá no hubiésemos podido entendernos del modo en el que lo hacemos. Igual esto suena horrible, ¿no? Pero es que es la realidad, por más que en algunas situaciones pueda ser madura, la verdad es que tengo mis momentos de niñata malcriada por lo que imaginaros como era cuando comencé mi relación con Él, por aquel entonces únicamente tenía diecisiete años por lo que mis ataques de niñata malcriada eran bastante frecuentes. Yo no sé de donde ha sacado la paciencia este hombre, os lo digo yo, no tengo ni idea. Ni tampoco sé de donde la he sacado yo, no os vayáis a pensar que Él es un santo (ni mucho menos, por suerte), pero aquí estamos, tres años después.
Sé que estáis hartos de verme hablar de esto pero es que las cosas son tan diferentes que ni yo misma me lo termino de creer. Ya no es solo el hecho de lo que hemos avanzado como pareja, si no que también son todas las cosas que vamos superando, mis límites, los suyos... nuestra mentalidad cambia y nuestro vínculo cada vez se hace más fuerte. ¿Por qué? ¿Por qué ahora estamos más unidos? Pues porque nos esforzamos en potenciar esa amistad que también tenemos, esa confianza que tenemos depositada el uno en el otro que no nos impide decir lo que esperamos de nuestra relación, lo que necesitamos y lo que nos gustaría cambiar en nosotros mismos.

En un momento dado las cosas fueron difíciles, es verdad. A veces incluso estuvimos al borde de tirar la toalla. Sabéis mejor que nadie que las relaciones, independientemente del tipo de relación que sean, tienen baches, momentos más y menos duros, no existen los cuentos de hadas,¿verdad? Sea como sea a mí me gusta mi cuento, ese que tengo con Cedrick, ese que me permite amarle, sentir ternura por Él, sentir miedo y respeto, a veces enfado y tristeza, cariño, diversión, pasión, locura... amistad. Muchísima amistad. ¿Qué haría yo sin Él? Es mi historia a su lado, es mi vida, y ese cuento... ese particular cuento que yo tengo a su lado, no tendría sentido sin su presencia. Así que bienvenidos a mi cuento en la mazmorra del piso 4, aquí todos tenéis un rinconcito, aunque sea a través de este perdido blog.

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