viernes, 31 de octubre de 2014

Halloween, señores.

El miedo hiere más que las espadas. Sí, los frikis de Juego de Tronos reconoceréis esta frase, y la verdad es que tiene mucha razón, os lo aseguro. De pequeña siempre fui una niña muy miedosa, supongo que todo gracias a mis hermanos mayores. Mi hermana y yo compartíamos habitación hasta que mi hermano se fue de casa y tuve un sitio exclusivo para mí, pero hasta entonces ya podéis imaginaros... las noches eran esos momentos que ella adoraba para contarme historias de fantasmas, de duendes que en teoría subían a mi cama mientras estaba dormida, de muñecas que de noche cobraban vida... Era cruel. Mi hermana era cruel conmigo, aunque a la vez se lo agradezco mucho, creo que ayudó a que a día de hoy tenga la imaginación que tengo. Ahora pensar en duendes, hadas, criaturas fantásticas, fantasmas... ahora todo eso tiene otra perspectiva en mi mente.

En un momento dado de mi vida, sobre todo cuando era muy pequeña, tuve algunas de esas experiencias paranormales de las que mucha gente se ríe. Que sí, que estoy un poco loca y todos lo sabéis, pero os juro que es verdad. Podéis creerme o no, pero supongo que hay personas más sensitivas para ciertas cosas. A veces simplemente no existe explicación para algo. ¡Venga, os lo voy a contar! Esta noche es Halloween, ¿no?
Esto sucedió cuando tenía tres años, yo no lo recuerdo con exactitud, pero mi madre suele rememorarlo muchas veces, creo que ella fue la única que me creyó. Veréis, cuando yo cumplí un año mi abuela se murió, estaba enferma, tenía cáncer... Maldito cáncer. Yo no la recuerdo, es imposible que lo haga, las únicas imágenes que tengo de ella son las de las fotos, de fotos con mi familia y conmigo en brazos cuando no era más que un bebé. No sé la razón, pero una mañana le dije a mi madre que no podía dormir bien porque la abuela venía a hacerme cosquillas. La verdad es que yo me despertaba siempre, todas las noches, con las sábanas por los pies y quejándome medio dormida de que no me hiciese más cosquillas. No puedo deciros que lo que sintiese fuesen cosquillas de verdad, pero sí notaba algo. ¿Miedo? Puede ser. El miedo a veces nos hace sentir o ver cosas que no son más que producto de nuestra imaginación.
Lo que sucede es que hace tres años uno de mis tíos también se murió. Yo siempre tuve mucha relación con él y a mí su muerte me marcó mucho, era algo que no esperaba o que no quería aceptar y vaya... Tal vez fuera de nuevo el miedo, aunque no lo creo, no era eso lo que yo sentía... pero os prometo que noté algo. Supongo que a veces las personas necesitamos anclarnos a algo, una esperanza o como lo queráis llamar, pero creo que existe una energía especial y que la gente que te quiere de algún modo permanece contigo, en tu recuerdo, en tu alma, pero permanece, es esa buena energía que te transmiten las personas, eso que te hace levantarte cada día y esforzarte y luchar cuando caes. Quizá os parece una tontería lo que estoy diciendo pero no puedo mentir, son cosas que he vivido y a las que les he dado mi propia explicación.

El caso es que con esto yo me planteo cómo es posible que le tengáis miedo a los "monstruos", ¡pero si son maravillosos! Son criaturas fantásticas con aspecto horripilante que nos hacen poner los pelos de punta, que hacen que de noche, con una simple sombra, podamos imaginar mil cosas.


Tal y como me dijeron mis padres mil veces todas aquellas noches en las que no era capaz de dormir porque tenía miedo de cualquier tontería: "Ten miedo de los vivos, no de los muertos".
¡Qué gran verdad! Los padres no mienten y eso es algo de lo que te vas dando cuenta a medida que te haces adulto. A quien deberíamos temer en realidad es a todos esos que roban, que estafan, que envidian, que pisotean, que se ríen y hacen daño a quien tienen a alrededor. Si, esos... esos a la hoguera.

Y recordad que soy gallega y... Meigas, habelas hainas.

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