lunes, 17 de noviembre de 2014

Reconduciendo las cosas.


Adoro la foto, o bueno, en realidad adoro esta obsesión que tengo con las máscaras de gas, me parece lo más excitante e inquietante del mundo, al menos hablando en términos sexuales, claro. Imaginad que hubiese vivido en la Primera Guerra Mundial, la hubiese liado parda, vaya. (Sí, lo sé, soy tonta). El caso es que con esta foto quería inmiscuirme de nuevo en el mundo que he ido y continúo descubriendo desde hace un tiempo, y aunque parezca que fue ayer, ya ha sucedido hace un par de años.
Sé que últimamente tenía totalmente apartado el tema BDSM, supongo que os habréis dado cuenta. Evidentemente me satisface mucho que este blog sea tan mío y con eso me refiero al hecho de que me siento con total libertad para hablar de lo que quiero y hasta para ir subiendo capítulos de mi novela, pero faltaba un pedacito de mí. Si leéis mi Twitter con frecuencia sabréis que la semana pasada expresé abiertamente lo que me sucedía, siento que por culpa de ese hecho no tuviese ni las más mínimas ganas de escribir aquí. Pasé por un bache bastante gordo con Cedrick, o quizá debería decir que aún lo estoy pasando, superándolo poco a poco, pero como suelo caracterizarme por no pintar las cosas de color rosa, aquí me tenéis, con ganas de abrirme.

Una relación (sea del tipo que sea) siempre tiene problemas, unas veces esos problemas se pueden superar y en otras ocasiones es mejor optar por un nuevo camino. Los problemas con Cedrick comenzaron hace un par de semanas, no tenían nada que ver con la convivencia, pero de todos modos permitid que me guarde eso para mí, supongo que llegué a un punto en el que todo me superó. Llegó un momento en el que ni siquiera le permití tener un contacto más íntimo conmigo, me negué a sesiones, incluso a hablar, incluso me incomodaban sus besos, su cariño... Los problemas crearon en mí una especie de rechazo hasta el punto en el que deseé tirar la toalla.
Alejarse fue complicado, pero me alejé, vaya si lo hice... Aún viviendo juntos me volví una desconocida. Evidentemente ambos sabíamos la razón de esto, razón que aquí no voy a expresar.
No me siento orgullosa de haberle hecho daño estos días, pero a veces una persona tiene que pensar en sí misma y por feo que pueda sonar, ser un poco egoísta.

No sé cuándo tiempo llevaba sin sesionear pero anoche llegué con una idea clara, romper mi muro de una vez por todas, poner de mi parte, esforzarme. En estos días he reflexionado mucho y me he dado cuenta de que siempre he dejado recaer en él el peso de toda nuestra relación. Yo siempre he sido la "niña" protegida, la que ha dejado en sus manos el cuidado de todo, las decisiones, el control... Al fin y al cabo eso es lo que me gusta, pero... No así. No echándole la culpa de los fallos, no dejando todo en sus manos. Me he dado cuenta de mi responsabilidad, esa que yo también tengo y esa por la que día a día me debo ir esforzando.
Es sorprendente descubrir las cosas que se aprenden día a día. Nunca se deja de hacerlo.

Anoche por fin me puse de nuevo a sus pies de ese modo en el que hacía tiempo que no me ponía, y entre su sonrisa, la felicidad que me hizo sentir, y el culo rojo que me llevo... Vuelvo a sentir esas mariposas en el estómago, esa ilusión, y esas ganas de continuar recorriendo este camino de su mano.

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