domingo, 26 de octubre de 2014

¿Me he ganado ya el mote de llorica?

Vuelvo a estar por aquí mis queridos lectores. Me he dado cuenta de que esto del blog crea adicción, últimamente lo actualizo casi a diario y quiero que siga siendo así, es más, necesito que siga siendo así, no os imagináis la falta que me hace poder expresarme. Vale, sí, tengo con quién hacerlo pero... no voy a mentir, se me da mejor escribir las cosas que decirlas en voz alta, soy muy mala en eso de las relaciones sociales, de abrirse en canal y expresar todo lo que una siente, y sí, no importa que sea mi Amo, mi madre, mi padre, o mis hermanos... para mí es igual de difícil. Tal vez por eso, porque sois desconocidos para mí, porque no veo vuestras caras ni tengo la más mínima idea de quienes sois todos los que me leéis, me resulta tan reconfortante mostraros un pedacito de mi vida. Nunca se sabe si alguno de vosotros se podrá sentir identificado conmigo, quizá le hago gracia, o incluso no me pueda soportar pero... ¡Al menos habré provocado algo en vosotros! ¿No es acaso eso algo muy bueno? Provocar algo, un sentimiento, una reacción. Por ahora vosotros me la provocáis a mí, me hacéis ver una vía de escape, un refugio, y creo que no tenéis la más mínima idea aún de lo mucho que adoro yo eso. Un rincón para mí, uno en el que la única persona con la capacidad de poder controlarlo y darlo todo sea yo misma. Puede parecer una tontería pero vaya, para mí es importante.

Que sepáis que este fin de semana ha sido redondo. He pasado tiempo con Cedrick, me he divertido, he estado con mi familia, he adelantado trabajos (y aunque eso sea un muermo os aseguro que es maravilloso para una perezosa como yo), pero... Todo lo bueno termina, ¿no? Y aunque desde pequeña uno de mis sueños fuese el acostarme un domingo por la noche y que al día siguiente me despertase y ya fuese viernes de nuevo, pues... veo muy poco probable que se vaya a cumplir. De todos modos siempre siento un sabor agridulce los domingos, sobre todo este, no quiero que se entienda mal, que suene a queja absurda o sin motivo pero... ¡Echo de menos a mi familia! Les veo y separarme de ellos me cuesta un mundo, que sí, que son un caos, que no paran quietos y están tan locos como yo pero por eso les adoro, por eso les quiero con locura. Ahora que no vivo con ellos me doy cuenta de las cosas más que nunca, de todo lo que han dado por mí, de todo lo que me quieren y de todo lo que les debo. ¡Vaya si se lo debo! Soy una moñas tal vez, pero lo siento, no puedo evitar que se me escapen unas lágrimas hablando de mis padres. Ni siquiera aquellas discusiones absurdas que tenía de adolescente con ellos duraban demasiado, ¿cómo iban a hacerlo? Son los mejores padres del mundo, con sus virtudes y sus defectos, por supuesto, pero los mejores.
Y disculpadme si no sabéis muy bien a qué viene esto, pero sentía la necesidad de decirlo, aunque ellos no lo vayan a leer, aunque ninguno de vosotros me conozcáis realmente o sepáis demasiadas cosas de mi vida, pero... Me alivia escribir estas palabras, y sobre todo me permite que esas lágrimas con las que llegué a casa esta tarde, se hayan convertido en una sonrisa.

Me he propuesto vivir más relajada, más como hacía antes. Ya sabéis, Carpe diem, creo que es algo esencial en la vida. Como dije esta mañana en mi twitter a veces siento que estoy encerrada en una mujer de cuarenta años, mis necesidades, mis sueños, los deseos y toda esa vitalidad y energía está ahí, dentro de mí tal y como lo estuvo siempre pero... Hay algo, no sé el qué, que me impide atreverme, que me impide dar el paso y no quedarme con las ganas de hacerlo. Siempre pensé que era mejor arriesgarme y hacer las cosas aunque tuviese miedo, que arrepentirme después por no hacerlas. No sé que es lo que ha cambiado en mí pero quiero volver a reírme de las cosas, a soñar con otras tantas y arriesgarme en hacer muchas más. Tal vez lo digo mil veces y sea algo un poco difícil de cumplir pero quiero coger una maleta, aunque sea de un modo simbólico, cargarla de un par de cosas, las más esenciales, y recorrer mil lugares, descubrir mil historias, conocer gente nueva, lugares nuevos... VIVIR. ¡No os imagináis el entusiasmo que le pongo cuando hablo de todo esto! Siento ese calor que te recorre por dentro, esa esperanza, esa inyección de felicidad y de pasión. Es cierto, amo esa locura que tienen ciertas personas, esa vitalidad, esa alegría contagiosa, ese impulso de levantarse, reírse a carcajadas y disfrutar de absolutamente todo. Quiero alegrías, ¿¡cómo no voy a quererlas!? Quiero sonreír y voy a hacerlo, siempre, me he cansado de melancolías y lágrimas. Pero sobre todo me he cansado de las excusas, del quedarse sentado pensando en nuestras propias penas y de refugiarnos y deprimirnos más y más. Que no, oye, que si no nos alegramos nosotros mismos nadie va a hacerlo y yo... Yo no. Yo quiero ser quién soy, yo lo que quiero es vivir feliz.

1 comentario:

  1. Pues a vivir que la vida son 2 días y si a los 20 te sientes como con 40 se te acabará muy rápido!
    Yo cuando me siento de bajón escucho la canción "Ain't no mountain high enough" ¿la conoces, no?, si la cantas a todo pulmón te sentes mejor :) Ánimo y un beso!
    Oh! En mi facebook nunca he escrito nada desde q me lo hice hace mas d 4 años asi q creo q di me hiciese un twitter estaría siempre en blanco... Xp!

    L

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