domingo, 13 de julio de 2014

Ahora que los sentidos sienten sin miedo.

Antes de comenzar a parlotear, debo ser justa y decir que el título lo he sacado de una canción del grandísimo genio que es Sabina. No digáis que no es una frase que significa muchísimo, al menos en mi caso, ya que nunca me he sentido más liberada que ahora. Y además, como también pretendo hablar un poco de mi familia, pues creo que viene al caso que utilice una frase de él ya que de pequeña me pasaba las mañanas de los sábados escuchándolo de fondo por toda la casa, a mi padre le encantaba, así que ya os imagináis, también me transporta a recuerdos muy agradables de hace años.

Llevaba dos días quejándome en Twitter de que tenía una comida familiar de la que no me podía escaquear. He de decir que estaba un poco tensa ante la idea de ir, y que quede claro que ADORO a mi familia, pero vaya, no sé si a vosotros os sucede, pero en la mía, siempre hay el típico pariente que no para de preguntarte mil cosas sobre tu vida y a mí eso me da mucho bajón. ¡Qué pereza! Sobretodo para mí que soy la chica más discreta del mundo, no me gusta ni cotillear, ni nada de esas bobadas... Lo que sucede es que en este caso una de mis tías te hace un repaso visual de arriba a abajo con todo el descaro con el que es capaz y luego te sonríe de manera dócil, como para que creas que está de tu lado. Odio eso, se nota, ¿no? Pero por suerte, lo único con lo que me deleitó ayer fue con: "¡Qué blanquita estás! ¡Tienes que ponerte más morena!". Quizá no ha captado aún que probablemente a mí me gusta estar más blanquita, y que mi piel no es de ese tipo de piel que se broncea. ¡Qué culpa tendré yo de ser pecosa y no estar morena!
En fin, para mi sorpresa la comida transcurrió de una manera muy agradable,más aún sabiendo que mi Dueño estaba cómodo, Él siempre puede con todo, y dado que tiene a mi madre y a mi padre comiendo de su mano desde que le conocen... mejor que mejor. ¡Yo no entiendo de donde saca esa facilidad de ganarse a la gente! A mí me cuesta una barbaridad abrirme con los demás, supongo que soy un poco "bicho raro".
Debo admitir que lo que más me gustó de la tarde fue nuestra escapada, regresamos a la casa donde vivo actualmente, esa que en breve dejaré para irme con él, y nos relajamos un poco. Intenté convencerle una vez más de que se hiciese un Twitter, pero mira que es testarudo (y no te enfades cuando leas esto)... y terminamos de un modo más que placentero. Me levantó la camiseta, me bajó el sujetador y empezó a mordisquear mis pezones. ¡Ay! Me va a volver loca. Yo no paraba de retorcerme y pedirle que parase y que me prometiese que no haríamos más, que me dolía la barriga por culpa de la regla y que no me gusta tener sexo cuando tengo la regla. Pero claro, ¿cómo terminó todo? Conmigo así, de este modo:



Bajándome las bragas más rápido que un rayo y corriendo los dos para la ducha. Admito que le pongo pegas a follar cuando tengo la regla, pero... siempre me resulta terriblemente placentero. Aunque yo soy mucho de hacer eso, de en principio "negarme" un poquito a algo, juguetona, y que después terminemos haciéndolo porque Él quiere y yo volviéndome loca. Lo peor es que lo que me asusta de esos momentos es que le de asco, pero nunca deja de decirme que cómo le va a dar asco algo mío, que me adora... y a mí pues ya os imagináis, se me pone carita de boba enamorada, aunque en realidad creo que tengo esa cara siempre. Así que sí, el día terminó del mejor modo que podía terminar y lo mejor es que... tengo la marca de sus dientes en mi espalda. ¿¡Se puede pedir más!?

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